Un clásico centro de reunión y cultura social en Mercedes...
En 1875 se encuentra en la prensa local una primera nota periodística relacionada con la iniciativa de dotar a Mercedes de una Biblioteca Popular. La propuesta, no encontró en la población el eco requerido. Recién por 1879, y a impulsos de escritos de Pedro Bonifacio Palacios, don Benedicto Salvadores, de José C. Acosta, que años más tarde se constituyera en una de las víctimas mortales de los recientemente recordados “Sucesos del Atrio”, en su primer centenario se concreta otro intento de fundar una biblioteca.
Su comisión directiva la preside Francisco Ramos Mejía, teniendo por secretario a Daniel Escalantey, como tesorero a D. Demetrio Castagnola. Las vocalías las cubren distinguidos convecinos: Virgilio Tedín, Carlos Basavilbaso, Ubeldo Remero, José C. Soto, J.H. Tedín y M. Carrilero.
Con el beneficio de un primer baile, aportes de vecinos en dinero y numerosa cantidad de libros, la institución alquila una casa y envía un croquis de las estanterías a Buenos Aires, porque los carpinteros de la localidad no se comprometen a entregar la obra concluida antes de un mes y medio, y el local ya había sido alquilado, corriendo la mensualidad.
Don José Hernández –el autor del “Marín Fierro”- por ese entonces, dueño de la librería Del Plata, sabedor de los trabajos que se llevaban a cabo en Mercedes, demostró una vez más sus simpatías por la localidad y remitió a su amigo D.José Soto “dos bultos”, que entre otros volúmenes contenían las siguientes obras: “Diccionario geográfico estadístico histórico de España y sus posesiones de Ultramar”, 16 tomos; “Descubrimiento y conquista de América”, 4 tomos; “Historia Filosófica de la Francmasonería” por Kauffan y Charpin; “recopilación de leyes y decretos promulgados en Bs. As. De 1841 a 1858”; “Ensayo sobre la literatura de los primeros pueblos y especialmente sobre el Río de La Plata”, por labougle; “Mnaul del ciudadano” y varios ejemplares de su “Vida del Chaco”.
En poco tiempo, esta biblioteca popular alcanzó a reunir mil volúmenes, pero por circunstancias diversas, tuvo vida efímera.
Pasan algunos años y, resurge la iniciativa de crear una Biblioteca Pública, a través de un idea que corporizan los señores Benjamín Lagos (h), José Bianco, B. Villarroel, Nicolás Raimundo, Pedro Herrou, Luis Bagur, C.A. Cros y otros.
Para hacer práctica esa idea, se hizo circular entre la juventud una invitación con fecha 20 de agosto de 1887; el acto tuvo lugar el 28 de agosto. Se aprobó la idea y se designó una nueva comisión provisoria y otra de propaganda encargada de levantar la opinión del pueblo en pro de su formación, convocándose a otra reunión que tuvo lugar en la tarde del 4 de setiembre de 1887, en el Salón de Actos del antiguo Cabildo mercedino.
Se designó una Comisión Directiva presidida por el Profesor D.Casio Moreira e integrada por los señores Gil Navarro, Lorenzo Cross, Pedro Harrou, José A. Iribarren, Joaquín Oliva, José C. Acosta, Pedro Insaurralde, Benjamín Lagos (h), Luis Baguer, Luis Lacasa y Sofonías M.Krentche.
Se logró la cesión gratuita de una sala desocupada del edificio de Tribunales, se tramitó el otorgamiento de una subvención municipal; se llevaron a cabo festivales culturales y se logró un primer subsidio de dos mil pesos del gobierno de la provincia de Buenos A ires.
En una de las primeras reuniones de la CD se propició la entrega de una nota a Don Domingo Faustino Sarmiento solicitándole autorización para que la biblioteca llevara su nombre. La nota fue contestada por Sarmiento con notables conceptos sobre la idea, lo que de acuerdo a su texto debió haberlo halagado íntimamente.
La Biblioteca se abrió al servicio del público. El 2 de mayo la inauguración se celebró con una magnífica velada literaria musical en el Teatro Orfeón.
Cabe destacar que recién hacía cuatro años que la institución de las bibliotecas populares había hecho su aparición en el país. La iniciación de las actividades de la Biblioteca Popular mercedina era un ensayo elemental todavía, pero la semilla fue sana y cayó en tierra fecunda a juzgar por el interés creciente de todos los sectores de la población por acercarse a sus salas repletas de libros, frecuentadas diariamente por cientos de lectores de todas las edades, que también ubican a la “sarmiento” como centro de reunión y cultura social, a través de sus importantes programas de desarrollo.
Todos los habitantes de esta ciudad, pueden decir que esta Biblioteca es nuestra, pues pertenece a la juventud, para que ésta pueda saciar su sed de aprender y beber en los libros que sus anaqueles contienen, la sabiduría de la humanidad, pues en cada escrito, en cada libro, hay un pedazo del espíritu de un hombre, el pensamiento de toda una época, el sentir de todo un pueblo.
No solamente podemos, sino debemos decir que es nuestra y como tal cuidarla y quererla.
